EVALUACIÓN Y PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE


  Las aportaciones de la psicología y pedagogía sobre los mecanismos que intervienen en el aprendizaje, nos han dado la posibilidad de conocer los elementos que en él intervienen. Tal y como argumenta Beltrán (1996), los procesos representan en realidad sucesos internos que pasan por la cabeza de los estudiantes mientras aprenden, es decir, actividades que el estudiante debe realizar para que se dé efectivamente el aprendizaje. Los procesos significan sucesos internos que implican una manipulación de la información entrante. Estos procesos constituyen las metas de las diversas estrategias de aprendizaje (p.42). Los procesos que mejor representan los sucesos internos presentes en el acto de aprender, según el autor anteriormente citado, son los siguientes: sensibilización, atención, adquisición, personalización y control, recuperación, transferencia y evaluación (p.43):

  La sensibilización. El proceso de sensibilización representa el marco o pórtico inicial del aprendizaje. Está configurado por tres grandes procesos de carácter afectivo-motivacional que son la motivación, la emoción y las actitudes. El papel mediador del docente es muy singular.

  La atención. Una vez motivado el estudiante, comienza la actividad propiamente dicha de cara al aprendizaje, y comienza con la atención, siendo un proceso fundamental porque de él depende el resto de las actividades.

  La adquisición. Es un proceso complejo en el que intervienen otros sub-procesos como son: la comprensión, la retención y la transformación. El tipo de material, la metodología utilizada, la significatividad de lo aprendido, la participación del estudiante, las interacciones didácticas, serán fundamentales para que el aprendizaje sea efectivo.

  La recuperación. Mediante el proceso de recuperación, el conocimiento almacenado en la memoria se revive, se recupera, se vuelve accesible. Dependerá de cómo se ha adquirido el conocimiento, si se ha realizado de una manera mecánica o significativa.

  La transferencia o generalización de lo aprendido. Se mide por la capacidad del sujeto para trasladar los conocimientos adquiridos a contextos, estímulos o situaciones nuevas, es la esencia del verdadero aprendizaje, ya que éste realmente no ha tenido lugar mientras el sujeto no es capaz de aplicarlo a una amplia gama de situaciones lejanas a la situación original.

  La evaluación. Tiene como finalidad comprobar que el estudiante ha alcanzado los objetivos propuestos. Si el “feedback” informativo es positivo, fortalece y lo refuerza, aumentando la motivación y el auto concepto.


  En el proceso de enseñanza-aprendizaje, los subprocesos anteriormente enumerados no se producen necesariamente en este orden, sino que son interactivos. ¿La evaluación puede ser el principio de activación de aprendizajes más significativos?, lógicamente si, teniendo en cuenta que cuando hablamos de evaluación ya no es válido utilizar un solo criterio, hemos de utilizar una evaluación de capacidades y no solo de saberes y teniendo muy en cuenta que no solo hay que evaluar el resultado, sino todo el proceso.

  Por esta razón, la evaluación se convierte en un proceso de cambio para el aprendizaje.

  La finalidad de la evaluación es la de reorganizar y ajustar la respuesta educativa para la mejora del proceso de aprendizaje del alumnado. Por esta razón, es parte integral del proceso en el que se dan enseñanza y aprendizaje, ella misma es aprendizaje.

  La evaluación sigue siendo una responsabilidad del profesorado, pero cada vez es más necesaria la coordinación con los demás diseñadores del currículo, ya que se amplían los sectores de aplicación: alumnado, procesos educativos, centros e incluso los responsables de la titulación.

  La evaluación es un instrumento de análisis, reflexión e investigación de la práctica docente.

  La evaluación no es un proceso fácil, la incertidumbre que produce todo cambio metodológico, se hace más evidente cuando nos referimos a aspectos relacionados con este tema.

  La evaluación debe estar al servicio de quien aprende y de quien enseña, no es un instrumento jerárquico (“dime cómo evalúas y te diré que profesor eres”, “dime cómo enseñas y te diré como has de evaluar”, son expresiones muy comunes).


  Como dice Scriven (1991)” es imposible mejorar sin evaluar, la evaluación es un proceso fundamental para conseguir una mejor calidad educativa”.


  ¿Cuáles son las características básicas que debe tener la evaluación? En primer lugar, debe ser continua, realizada a lo largo de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje; debe tener un carácter formativo y orientador, proporcionando información sobre la adaptación del alumnado y la consecución de las distintas competencias de su titulación; ha de ser integradora, es decir, deberá evaluar todas las capacidades generales de la asignatura; intentará ser lo más individualizada posible, adaptándose a las características peculiares del proceso de aprendizaje de cada alumno o alumna y atendiendo a su diversidad: en quinto lugar, la evaluación debe ser democrática, los criterios de evaluación han de ser públicos y el alumnado debe conocerlos, y por último, debe estar contextualizada en los títulos de Grado de cada Facultad o Escuela.


  La evaluación educativa, como proceso de aprendizaje, trata de constatar los cambios que se han producido en el alumnado, la eficacia de los métodos y de los recursos empleados, la adecuación de los títulos, programas o asignaturas y, en general, todos los factores que puedan incidir en la calidad educativa, para, así, poder tomar las decisiones oportunas que permitan reconducir (si fuera necesario) el proceso de enseñanza-aprendizaje hacia los fines que se pretendían (Grau, 2005).

  Realmente el concepto de evaluación es mucho más amplio que el sistema tradicional de calificaciones que se ha llevado hasta el momento, requiere nuevos esquemas de actuación, tanto para el profesorado como para el alumnado, la evaluación educativa es una reflexión crítica sobre los componentes y los intercambios en el proceso didáctico, con el fin de determinar cuáles están siendo o han sido sus resultados y poder tomar las decisiones más adecuadas para la positiva consecución de los objetivos educativos. 

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